¿Quién salvó a quién?

            Les cuento mi historia de adopción y amor.  De esos amores bonitos y correspondidos, de esos que llenan el alma y alegran la vida.  Amor que muestra devoción y lealtad.

            Desde que tengo uso de razón me han encantado los animales, en especial estos animales de cuatro patas, en ocasiones peludos, colita y que babean.  Los perros siempre capturan mi atención donde quiera que esté.  Mi historia comienza allá en el 1998 y con 8 años, cuando le pido a mis papás un perro.  Para hacer la historia larga corta, no llego uno, sino dos.  Uno pequeño cachorro pequeño, hermoso y cariñoso.  La otra una cachorra que una familia estaba regalando.  Todavía recuerdo ese momento en le que mi papá llega con las criaturas más hermosas antes vistas.  Mis primeros dos bebés llenaron mi infancia y la de mi hermano de amor, siendo cómplices de juegos y aventuras.  Así siempre acompañándonos en la adolescencia y adultez temprana, hasta que los años y la vida se agotaron y llegó el momento más duro, el adiós.  Entonces como a principio llego la felicidad, toco el momento de tristeza.  Pero lo bonito que te queda en la vida son los recuerdos y llenas tus días con hermosos momentos vividos.  

            Abrir las puertas de tu casa y sobre todo el corazón nuevamente es difícil, me negué a pasar por ese dolor otra vez.  Luego de unos añitos, aunque no quisiera, mi corazón necesitaba, ese cariño especial.  Las ganas de tener otro perro volvieron.  De la noche a la mañana, me llega la información de este pequeño peludito encontrado abandonado en algún lugar de la isla.  Unos buenos samaritanos lo ayudaron, pero no podían hacerse cargo de el.  Fue amor a primera vista, pienso que estaba destinado para mí, como un regalito del cielo.  Es entonces cuando ese sentimiento, ese amor y alegría volvió a tocar mi vida.  Así que el 20 de febrero de 2019 llegó oficialmente a casa Scrappy.  Todos los días es una historia nueva, una ocurrencia distinta, cada día descubro algo diferente.  Scrappy es un personaje, una pequeña bola de pelos que alegra a todo el que lo conoce.  Y es cuando la vida cambia.


            La salida a la playa ahora es más divertida,




            Ahora tengo un nuevo acompañante en el camino,



             Mi cama ya no es sólo mía,




            Mi época favorita, la navidad, es la época favorita de alguien más.




            Y en una ocasión fue mi compañero de trabajo,
  


            En fin mi celular tiene más fotos de Scrappy, que mías.







            El adoptar a Scrappy, fue más que un apto de amor, fue una terapia, un escape de la rutina, por eso siento que al final, fue ese cachorro, el que me rescató a mí.  Cuando me preguntan si adoptar un perro es la mejor decisión y mi respuesta es sí, sin pensarlo.

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